Intervencionistas de Adicciones
¿Qué es una intervención?
Una convocatoria de intervención en adicciones es un encuentro meticulosamente planificado de personas significativas en la vida del afectado, enfocado en instigar un cambio positivo para todos.
El propósito inicial radica en desmantelar la negación, lo cual facilita que todos perciban cómo la enfermedad está desgarrando sus vidas y relaciones.
Frecuentemente, esto desemboca en que el individuo adicto inicie un tratamiento, abrace la recuperación y dé inicio a una nueva vida. A través de nuestro proceso, se evalúan las necesidades particulares de cada familia y se elaboran planes de intervención personalizados para definir las alternativas de los centros de tratamiento más apropiados.
A lo largo de nuestro proceso, se evalúan las necesidades de cada familia y se diseñan planes de intervención personalizados.
Una intervención puede volverse indispensable cuando un adicto se muestra renuente a reconocer que padece un problema de abuso de sustancias.

En el transcurso de este proceso de intervención, un conjunto de personas preocupadas por el individuo se congregará para enfrentar la enfermedad del adicto. La intervención se desarrolla con la intención de derribar el muro de la negación y motivar al adicto a participar en un programa de rehabilitación.
Una intervención debe ser un procedimiento respetuoso y compasivo. No se trata de señalar con el dedo al adicto ni de culpar. Más bien, una intervención puede reactivar la recuperación del adicto y de sus seres queridos. El propósito de una intervención efectiva es persuadir a la persona para que, por sí misma, busque un tratamiento profesional que, en última instancia, conduzca a un programa de rehabilitación.
Realizar una intervención para interrumpir un proceso de adicción potencialmente letal constituye una de las acciones más positivas y amorosas en las que la familia nuclear y los amigos nunca deberían negarse a colaborar.
En el desarrollo de una intervención, se destaca que es una de las estrategias más eficaces para los seres queridos que desean ayudar a alguien que enfrenta problemas. Dado que este procedimiento no resulta sencillo, contratar a un profesional intervencionista incrementará considerablemente la probabilidad de que la persona acepte de inmediato el tratamiento, al reconocer que este también afecta a su entorno afectivo más cercano.
Una intervención debe constituir un proceso simple y deliberado mediante el cual se introduce un cambio en los pensamientos, sentimientos y comportamientos del adicto. El solicitante de una intervención formal generalmente involucra a seres queridos que se preparan para abordar al adicto sobre su problema de abuso de sustancias de manera directa pero respetuosa, con el objetivo inmediato de lograr una intervención efectiva.
Uno de los mitos más extendidos acerca de la adicción es que la familia y los amigos deben esperar a que el adicto toque fondo antes de iniciar un tratamiento. La verdad es que el proceso de intervención en sí mismo ha sido diseñado para ayudar a desmantelar la negación, permitiendo que el individuo sea más receptivo al tratamiento. Aguardar a que un adicto «toque fondo» puede resultar sumamente peligroso, ya que para algunos, eso podría significar la muerte. Aunque los seres queridos no pueden controlar la autodestrucción del afectado, a menudo pueden ejercer una influencia enorme para frenar el proceso mediante una intervención. Una intervención debe ser un proceso respetuoso y compasivo, sin culpar ni señalar con el dedo al adicto. Puede reactivar la recuperación del adicto y de sus seres queridos, siendo su objetivo persuadir a la persona para que busque por sí misma un tratamiento profesional que finalmente conduzca a un programa de rehabilitación.